Mitades

Allí estaba una chica solitaria en su habitación, sin saber en que pensar ya que su pesar estaba a tres horas de su lugar. No se dio cuenta que en su corazón había algo, algo que no paraba de llamar a la puerta, ¿que podría ser?
Como no, la otra mitad de su corazón.
Ella la cogió como mucho dolor y le contestó -"Ester, tu siempre tan impaciente"-. Ester pensó que no podía estar un instante separada de su otra mitad, Elena, y menos aún sabiendo que estaba solitaria y con mucho dolor.
- "Siento no haber podido venir antes, pero en tu corazón hay mucho dolor. ¿A que se debe?".
En ese mismo instante, Ester vio que su alrededor se convertía en un jardín lleno de rosas blancas y rojas. El corazón de la "señorita" Elena se estaba enterneciendo, por la presencia de su otra mitad que le causaba felicidad, alegría y otras tantas cosas que echaba en falta. Ester confundida se fue hacia atrás y se tropezó con una inmensa puerta dorada que tenia una cerradura de plata. No sabía como abrirla y dirigió la mirada a Elena, la cual le señalo su collar en forma de corazón. Entonces comprendió a que se debían esos huecos en la cerradura con forma de luna y corazón. Eran sus collares que siempre habían llevado encima y a los que tanto querían. Al encajar sus collares en la cerradura, esta abrió la puerta del corazón de Elena, donde estaban todos los recuerdos que habían vivido juntas. Desde entonces decidieron quedarse en ese inmerso lugar donde estaban juntas y felices.