#NuestrosHéroes

El despertador suena al otro lado de la pared. Me despierto, cojo el móvil, son las siete en punto de la mañana. Escucho subir la persiana, unos pasos sigilosos y la puerta del baño cerrarse. Poco después oigo como te alejas, te diriges a la cocina. Empieza la rutina... café... tostadas... y la radio de fondo. 

Falta poco para que marches pero antes, pasas de refilón por el marco de mi puerta donde te quedas un instante. Aunque, me sonríes, tus ojos se ven triste. Desapareces y el miedo me invade. Puede que sea el último contacto contigo... y ni siquiera me he atrevido a decirte lo mucho que te quiero.

Pasan las horas... vuelvo a escuchar un ruido. Esta vez son las llaves del piso, una vuelta, dos vueltas, ya estás en casa. Yo sigo aquí, en mi habitación, impotente bajo el edredón deseando querer salir de este agujero negro para poder abrazarte. Pero, me conformo con sonreír, orgullosa. Por fin, has llegado, ahora ya puedo volver a dormir... hasta mañana.

A mi valiente madre porque aunque el mundo se esté desmoronando lo único que me llena de tranquilidad es que llegues a casa sana y salva. Te quiero.